En el Día Mundial de la Visión, la directora del Hospital de Ojos, Sandra Medina, advirtió que 10 % de los uruguayos padecen retinopatía diabética y 5 % desarrollan glaucomas, mientras que en el caso de los niños y niñas, 20 % sufren alguna afección ocular, por lo que considera clave promover junto a los pediatras el control oftalmológico previo al ingresar a primaria. Abogó por la consulta precoz para mejorar esta situación.
La celebración de este año de Día Mundial de la Visión, planificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para cada segundo jueves de octubre. En Uruguay, las autoridades del Hospital de Ojos José Martí llevaron a cabo una actividad en la puerta del centro ubicado en el predio del Centro Hospitalario del Norte Gustavo Saint Bois, en el norte de Montevideo, con el objetivo de brindar información, concientizar y educar en temas oculares.
Durante la jornada, médicos y técnicos del hospital dialogaron con pacientes y personas que llegaban al Saint Bois para informarles sobre las principales patologías, sus síntomas indicadores de consulta y entregaron folletos.
Medina explicó que en Uruguay se eligió el abordaje de la educación como pilar de la prevención, en el entendido que esta sociedad está en condiciones de comprender la consigna y evitar el desarrollo de patologías que pueden ser graves y afectar sensiblemente la visión de las personas. Puntualmente se trabajó en tres aspectos, que son la retinopatía diabética, el glaucoma y el control del niño sano previo a la etapa escolar.
La retinopatía diabética es una enfermedad sistémica que afecta tres órganos, lo renal, lo neurológico periférico y la retina. La prevalencia de esta enfermedad en la población se ubica entre 8 % y 10 %.
“Si no da sintomatología, es muy común que el usuario no consulte si tienen algún daño ocular, pese a que trabajemos en equipos interdisciplinarios y los diabéticos sepan del riesgo y contemos con el apoyo de endocrinólogos que son muy responsables y envían al paciente a hacerse un control del fondo de ojos”, advirtió.
Cuando finalmente el paciente hace ese control, éste ya está en etapas muy avanzadas de la retinopatía diabética, porque ya tiene un edema de la mácula que le perjudica la visión central”, explicó.
El tratamiento para revertirla es mediante un procedimiento laser, pero las autoridades de la salud procuran educar en lo previo para evitar esta etapa de la enfermedad, más teniendo en cuenta que es hereditario y que se puede controlar en fases más tempranas.
El glaucoma crónico de ángulo abierto es una enfermedad silente, hereditaria y aparece luego de los 40 años.
A veces es más fácil detectarlo en un control oftalmológico, dado que las personas mayores de 40 años son présbitas y entonces comienzan a necesitar lentes y eso hace que concurran a la consulta.
De todas formas, como se va perdiendo el campo periférico y no la visión central, muchos usuarios no consultan, pese a que es una patología que conduce a la ceguera irreversible. La prevalencia de esta patología representa entre 3 % y 5 % de los 3,3 millones de uruguayos.
Medina explicó que el centro cuenta con la mejor tecnología y equipo de profesionales para estudiar y tratar estas enfermedades a tiempo.
“Hoy se opta antes por la oportunidad quirúrgica, y los resultados vienen siendo muy favorables”, indicó la directora del Hospital de Ojos José Martí, que lleva el nombre del prócer y poeta cubano (1853-1895) por el aporte sustancial del programa de cooperación "Misión Milagro" de la isla caribeña, mediante un convenio con Uruguay que aún sigue en marcha.
En lo que refiere a los niños, Medina dijo que es fundamental que se controlen previo al ingreso a Primaria. “Nosotros colaboramos con el carné del niño sano, con el Hospital Pereira Rossell en un programa que lleva ocho años, a cargo de licenciados en oftalmología, denominado ‘Ver para aprender’ y de eso se trata, de hacer un control del niño sano a los cinco o seis años”, relató.
La prevalencia de casos en los que se requiere algún tipo de lente o tratamiento en niños es del 20 %. Estas situaciones se corrigen con lentes aéreos o de contacto, dependiendo de la diferencia entre un ojo y el otro.
“Le damos la solución al niño y le permitimos que aprenda como corresponde”, agregó.
Actuar en esa etapa de la infancia es fundamental por ser considerada la “etapa de plasticidad sensorial”.
El niño desde que nace y hasta los 9, 10 u 11 años está en esa etapa, es decir el momento en el cual se puede desarrollar la máxima visión en uno de los ojos que pueda verse afectado por miopía, astigmatismo o hipermetropía.
“Es necesario aprovechar esa etapa donde se desarrolla la máxima visión en el ojo ‘perezoso’ o ‘ambliope’. Lo que hacemos es la oclusión del ojo ‘bueno’ y así desarrollamos la máxima visión del afectado”, informó.